Buenos Días
Clase turista
Las suelas de zapato en el avión,
quietas alas que vuelan,
no batiendo, sino inmóviles
sobre montañas,
carreteras y nubes.
Un hormigueo
en las piernas mientras, abajo,
hormigas de verdad
—mujeres y hombres—
caminan en hileras
o con su ausencia pueblan
los desiertos, las olas.
En el vaso de plástico, un hielo
padre en tamaño,
y también en edad,
de ese breve glaciar que dura lo que un sorbo
en el palmo de ancho de su mundo,
la ventanilla.
Porque el tiempo transcurre
oníricamente,
distorsiona y doblega la vigilia
enderezando el sueño.
Al despegar o tomar tierra,
dos manos que se anudan restañan
toda la separación de los continentes.