El hombre moderno está enajenado de si mismo, de sus semejantes y de la naturaleza. Se ha transformado en un artículo, experimenta sus fuerzas vitales como una inversión que debe producirle el máximo de beneficios posibles en las condiciones imperantes en el mercado. Las relaciones humanas son esencialmente las de autómatas enajenados, en las que cada uno basa su seguridad en mantenerse cerca del rebaño y en no diferir en el pensamiento, en el sentimiento o la acción.
- Erich Fromm -
Gonzalo de Berceo (S. XIII)
Érase un hombre pobre -de limosnas vivía-
que de toda infurción y renta carecía
fuera de su trabajo, la vez que lo tenía
y en bien pocos pepiones su hacienda consistía.
Por ganar la Gloriosa a la que mucho amaba,
partía con los pobres todo cuando ganaba;
en esto contendía y en esto se esforzaba:
para obtener su gracia su pobreza olvidaba.
Para empacharse con el mejor rock en castellano
https://youtu.be/yR9O8XY0Ymo
Espacio dedicado al HDLGRANPUTA vecino que todas las mañanas pone al puto fayry a toda ostia
El mucho mucho muchísmo esputopuñol😡
Fiestas de julio
https://youtu.be/zHSs9vq-vBE
Ese blues
https://youtu.be/s0aIjyX7vwI
Henrik Ibsen
El consistorio del rey Halcón
Tú, viejo salón de gris piedra,
Do los búhos hacen sus nidos,
Cuandoquier te veo recuerdo
Al rey Lear en silvestres breñas.
Dio a sus hijas el real tesoro,
Les dio su posesión más cara;
Y ellas en turbia noche echáronle
A huir por ásperos caminos.
Tú, sala que del tiempo al peso
Cedes, lo mismo sentir debes,
Si a ingrata posteridad diste
Lo más caro que conocías.
De áurea mies recuerdo nos diste,
Una historia en ricas imágenes.
¿Mas oyóse acaso una voz
Hender con su «gracias» la noche?
Hete allí, cual de Albión el rey,
De salvajes vientos juguete;
Seis siglos de tempestad burla
Han sido tus grises almenas.
Viejo, es alba, tu gente sale;
Reparemos ahora los fallos:
Tu atuendo real remendaremos;
De bufón ya tienes capucha.
Y así, salón de grises muros
Do los búhos hacen sus nidos,
Cuandoquier te veo recuerdo
Al rey Lear en silvestres breñas.
Henrik Ibsen
Ornitobalada
Un bello primaveral día
Paseábamos por la alameda;
Atrayente como un misterio
Era aquel recinto prohibido.
Soplaba el viento del oeste
Y azul en extremo era el cielo;
En un tilo estaba una pájara
Gorjeando para sus crías.
Yo hice el papel de agudo vate
Con juguetona opalescencia;
Dos ojos pardos relucieron
Y rieron y me escucharon.
Sobre nosotros oír podíamos
Los susurros y las risitas;
Mas suavemente despedímonos
Y no nos volvimos a ver.
Y ahora, cuando paseo a solas
De un lado a otro de la alameda,
Por la emplumada gentecilla
Nunca siento paz o reposo.
Doña Gorriona nos oía
Mientras paseábamos tranquilos,
Y una balada dedicónos
Por ella misma puesta en música.
En pajariles bocas late,
Pues bajo el techo de las hojas
No hay pico en que no esté ese día
De luminosa primavera.
Será el caloret
Vuestra noble faz empaña
el nublo del deshonor;
desfaced pronto esa niebla,
cortaos los cuernos, señor;
que el mundo entero os señala,
Europa os llama cabrón,
y cabrón repite el eco
en todo el pueblo español.
La corte de Isabel II y Francisco era un soberano y continuo escándalo, equiparable solo a las variadas performances de Corinna, su novio Juan Carlos, el elefante, Botsuana y alguna que otra barbacoa con el sonrojante jefe del Estado tocado con gorra rapera.
Lluvia de junio.
La luz brilla en el mar:
Guardian nocturno.
Dormido en Omi.
Bajo la mosquitera
estoy sudando.
En vez de flores,
desde lo alto del árbol
cayó un cadáver.
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