Nos recordamos como somos, no como fuimos. Por eso vemos a la juventud como nos veían nuestros padres y abuelos.
Un ejercicio de humildad docente fantástico es volver sobre nuestros propios ejercicios escolares, nuestras tareas, nuestros escritos... Y ver que aquello que recordamos como excelente es, en realidad, muy similar a lo que pueden hacer nuestros alumnos hoy en día. E incluso peor en no pocas ocasiones.