Los mamuts se extinguieron hace unos diez mil años, víctimas del cambio climático al final de la última glaciación... y de las lanzas de nuestros antepasados.

Excepto que no se extinguieron del todo.

Al descender el nivel del mar, un grupo de tan sólo ocho individuos fértiles, probablemente junto con algunos cachorros y viejos, quedó aislado en una isla del tamaño de Creta en el océano ártico, al norte del estrecho de Bering.

Por todo lo que sabemos sobre genética, a una población tan pequeña le debería haber ido tan mal como a los Asburgo, y debido a los efectos de la consanguinidad deberían haberse extinguido muy rápidamente.

Sin embargo, en unas pocas generaciones la población había crecido a 300 individuos, y sus descendientes sobrevivieron ¡durante seis mil años más!

Cuando el último mamut murió, la gran pirámide de Giza tenía 600 años, ya se había escrito la Epopeya de Gilgamesh, había gente viviendo en las Siete Colinas y existía la fortaleza de Cnosos y el mito del Minotauro.

Comprender la historia de los mamuts de la isla Wrangel tiene consecuencias en la conservación y recuperación de la fauna en peligro de extinción a partir de pequeños grupos, y también podría decirnos algo acerca de futuras estrategias de supervivencia para nuestra especie.

(Fuente: Stefan Milo)

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