Si te toparas en el océano ártico con un tiburón de siete metros de largo y una tonelada de peso, con una boca plena de dientes minúsculos pero tremendamente afilados, y con el estómago lleno de focas y belugas... bueno, es probable que pienses en salir huyendo.
Y sin embargo, no deberías apurarte: el tiburón de Groenlandia nada a una velocidad máxima de tres kilómetros por hora, es un caracol de los mares. Además, es casi ciego, dado que sus ojos son parasitados sin excepción por un crustáceo con forma de gusano.
¿Y como hace entonces para cazar? No lo sabemos, una posibilidad es que aceche a sus presas usando el olfato y el sentido eléctrico que todos los tiburones tienen, hasta estar muy cerca y que luego las asalte, por ejemplo rompiendo el hielo fino sobre el que descansan.
Lo cierto es que, para ser un animal tan poco ágil, puede recorrer entre 300 y 1500 kilómetros en un año, y sumergirse hasta los 2900 metros de profundidad, donde el agua está a dos grados bajo cero y la presión hace que las proteínas dejen de cumplir uso función. Eso hace que su carne huela a orina y resulte venenosa para los depredadores.
Crece muy lentamente, cerca de un centímetro por año, lo que hace que le lleve mucho tiempo alcanzar la madurez sexual ¿Cuánto tiempo? Bueno... ¡alrededor de 150 años!
Pero el tiburón de Groenlandia no tiene apuro, ya que vive en promedio unos 270 años, y se cree que existe ejemplares de más de 500 años de edad.
Lo vieron pasar a Magallanes.
Fuente: @RealScience@YouTube.com