Es que no se trata sólo de la negativa a procurar el tratamiento médico apropiado a su dolencia, que ya de por sí es grave, sino del perjuicio económico y moral derivado de tener que buscar un sitio donde recibirlo a su propia costa, y de la estigmatización, tratándose de una trabajadora del propio centro médico. Se han cebado con ella, desde luego.