En el Internet pre-hegemonía de las redes sociales, todo el mundo tenía claro que los trolls eran una pérdida de energía y tiempo, y que lo que había que hacer es aplicarles la moderación vigente y echarlos de las comunidades.
Con las redes sociales comerciales nos colaron que había que dejarles hacer porque si no crearíamos cámaras de eco y había que respetar su libertad de expresión escuchándolos y dejándoles hacer.
Es curioso, porque las redes tipo Twitter son infinitamente más efectivas a la hora de crear cámaras de eco que ningún foro de Internet antiguo. Los comentarios a lo que escribe la gente con más seguidores hoy en día se reducen a lovers y haters; no hay término medio. Encima, es difícil que creen relaciones en esos casos, simplemente porque es demasiada gente escribiendo para acordarse de todos.
El problema es la idea de que una única red social sirva para todo el mundo y para todos los temas. Mala ideal.
Antes de eso, había foros genéricos y otros especializados, distinguiendo
versiones para novatos y para expertos. Eso hacía que fuera más fácil comunicarse con otra gente, porque no tenías que estar pendiente de que no te entendieran, y se podían tener debates más profundos, así como iniciarse en temas nuevos sin encontrarte con lluvias de mensajes diciéndote que eras un ignorante. Además, creaba dinámicas en las que gente más experta guiaba a los que no lo eran.