El alquiler de úteros nos repugna cuando vemos a sexagenarios comprando bebés. Nos centramos en el comprador, pero no miramos a la mujer que por razones económicas se ve obligada a alquilar su cuerpo durante nueve meses.
La primera pregunta que nos deberíamos hacer es si esa mujer es libre. Porque si lo es, la segunda pregunta es si tiene capacidad para firmar un contrato semejante. Y la tercera: ¿El lema 'Nosotras parimos, nosotras decidimos' se aplica aquí o no?
... mediando compensación económica, entreguen a otra persona un hijo, descendiente o cualquier menor aunque no concurra relación de filiación o parentesco, eludiendo los procedimientos legales de la guarda, acogimiento o adopción, con la finalidad de establecer una relación análoga a la de filiación, serán castigados con las penas de prisión de uno a cinco años y de inhabilitación especial para el ejercicio del derecho de la patria potestad, tutela, curatela o guarda por tiempo de 4 a 10 años.
Para poder debatir sobre temas espinosos, lo primero es darle a todo su verdadero nombre. Gestación subrogada es un eufemismo para camuflar un crimen: la trata de seres humanos. El verdadero nombre es alquiler de úteros. Ahora lo que debe debatirse es si se persigue penalmente como si fuese prostitución forzada.
@bufetalmeida No estoy de acuerdo. La gestación subrogada es la única opción que tienen determinadas personas (en su mayoría hombres) de ser padres. Para mí es una cuestión de igualdad. Que se regule de la forma más ventajosa para la mujer (y, por supuesto, el niño), pero prohibirlo me parece lo mismo que, por poner un ejemplo, negar a las parejas de lesbianas cualquier opción de ser madres que requiera la intervención de un varón.
Además, el argumento que se daba hace años (“no somos vasijas”) es abominable y repugnante, porque ignora conscientemente que a los hombres que donan su semen se los trata como grifos. Por no hablar de la hipocresía de la desigualdad económica, esto es, que sólo los ricos se pueden permitir estas cosas.
@josemanuel @bufetalmeida
La regularización implicaría la profesionalización de la práctica, para la cual sería necesario evaluar una cantidad ingente de información sobre las personas gestantes. A mí personalmente me parece aborrecible, como mujer cis de 30 años. Estoy dispuesta a escuchar lo que tengan que decir otras personas sin capacidad gestante pero todavía no he escuchado voces que no suenen extremas. Me he leído los principios de Yogyakarta
@josemanuel @bufetalmeida y no estoy de acuerdo con ellos.
Creo que en realidad mi posición se podría resumir en que la gestación subrogada abre una puerta de desprecio ante la opción de la adopción que ni nos interesa como sociedad ni beneficia individualmente a quién debería. Me parece peligroso que la gente no debata abiertamente por qué prefiere la GS frente a la adopción.
@piuland Yo estoy a favor de la adopción, pero tiene muchos problemas (más allá del rollo, un poco egoísta, de “es que no es mi hijo de verdad”). Uno de ellos es que los hombres solteros quedamos al final de la lista, lo cual nos imposibilita acceder a esta opción. Otro es que para cuando se consigue adoptar el niño ya casi tiene hijos propios, de ahí que mucha gente (siempre con dinero) adopte fuera de España.
Mientras no se arreglen estos problemas, la gestación subrogada seguirá siendo mejor que la adopción.
@piuland Piénsalo un momento: si tuvieras dinero para gastar en un proceso como éste, ¿de verdad irías a un país pobre a aprovecharte de una mujer que pasa necesidad o buscarías a la persona más sana posible en un país con un sistema sanitario que, al menos, te dé ciertas garantías? Al fin y al cabo, la mitad de los genes van a ser suyos.
La mayoría de las mujeres que se dedican a esto suelen ser jóvenes que utilizan la gestación subrogada para pagarse la universidad. Nadie las explota.
@josemanuel pues igual deberíamos estudiar el estigma social q pesa sobre esas mujeres en esos países por verse abocadas a intercambios económicos así en vez de depender de becas estatales. me siguen dando mucho miedo los términos en que hablas, lo siento.