Una cosa desagradable de la depresión, aunque sea leve, es esa especie de efecto rebote que gobierna tu vida.
Un día te esfuerzas, obtienes resultados, un chute de dopamina, serotonina o lo que sea, y te sientes el rey del mundo. Incluso crees que ahí empieza la remontada.
Pues no. No es raro que salgas disparado en la dirección opuesta, y te encuentres de nuevo en el pozo, perdido, sin saber muy bien cómo has llegado hasta ahí.
Pero tenemos que recordar que esto es un camino largo, y que esos pasitos adelante hacen felices a mucha gente en nuestro entorno. Y es que nos debemos, en primer lugar, a nosotros, pero también a todos los que nos rodean y acompañan cuando toca dar un paso atrás.