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#^La era del realineamiento de clases

A lo largo de las últimas décadas, la socialdemocracia abandonó a los trabajadores. Luego los trabajadores abandonaron a la socialdemocracia.

¿Puede prescindir la socialdemocracia de los trabajadores? Esta pregunta habría sido impensable hace unas décadas. En la actualidad, refleja el principal reto al que se enfrentan los partidos de centroizquierda en todo el mundo.

En Estados Unidos, aunque el Partido Demócrata ha virado hacia posturas progresistas en política nacional, cuenta con menos apoyo de la clase trabajadora que nunca. Tanto las encuestas del Center for Working-Class Politics que utilizan datos ocupacionales como las encuestas a pie de urna de la CNN que utilizan la educación como indicador de clase (un marcador impreciso pero útil) muestran una distancia cada vez mayor entre los demócratas y los trabajadores. En 2020, Biden perdió entre los votantes sin estudios universitarios por 4 puntos. En las elecciones de 2024, Harris los perdió por 14.

El cambio en el atractivo del partido es evidente incluso entre los trabajadores sindicalizados. En 1992 favorecieron a Bill Clinton por 30 puntos. Donald Trump se acercó a 19 puntos en 2020 y redujo la diferencia a tan solo 8 puntos este año.

Dinámicas similares están en juego en todo el mundo capitalista avanzado, como en Alemania, donde el partido de izquierdas Die Linke pasó de recibir casi un tercio de los votos en los estados industriales del este del país en 2019 a apenas alcanzar a registrarse como fuerza electoral este año. Del mismo modo, aunque continúa en el poder, la tendencia del Partido Socialdemócrata es perder apoyo entre los trabajadores, que se sienten cada vez más atraídos por los llamamientos de extrema derecha de Alternativa para Alemania: la AfD se convirtió recientemente en el grupo más grande en el parlamento estatal de Turingia.

Durante décadas, quienes siguen comprometidos con un programa socialdemócrata tradicional han respondido a esta crisis de apoyo con una combinación de minimización del problema, búsqueda de sustitutos para los votantes de clase trabajadora perdidos e intentos de volver a captar a su antigua base moviéndose hacia la derecha en cuestiones sociales. Hasta ahora, ninguna de esas respuestas ha resultado satisfactoria.

Los primeros días


Para entender el alejamiento de los partidos socialdemócratas de los trabajadores, debemos remontarnos a los orígenes de estas organizaciones. Con la aparición de una clase obrera masiva en el siglo XIX, los trabajadores empezaron a buscar representación política y económica. Dado que los capitalistas detentaban el poder político y económico, los trabajadores necesitaban organizaciones que persiguieran sus intereses colectivos. Los partidos socialdemócratas se convirtieron en la expresión política de los intereses de la clase obrera en la sociedad en general, y los sindicatos persiguieron esos intereses en el terreno de la producción. No importaba si esos órganos eran representantes efectivos o si también estaban poblados por campesinos, artesanos y otros sectores que difícilmente podían considerarse parte de la clase obrera industrial; eran inseparables de su base social básica.

Una política de izquierda arraigada en torno a estos partidos y sindicatos obreros y un conjunto de reivindicaciones igualitarias fueron la norma durante siglo y medio. Esta política no representaba en absoluto un movimiento unificado; las fracturas y escisiones —entre la socialdemocracia de preguerra y el anarquismo, entre la socialdemocracia de posguerra y el comunismo— fueron habituales. Pero cualquier competencia dentro de la izquierda era siempre por la lealtad de la misma gente.

En ciudades como Manchester o Turín, la gente vivía apiñada en barrios y trabajaba en fábricas densamente pobladas, en cierta manera obligada por el propio capitalismo a establecer, si no siempre lazos de solidaridad, al menos de comunidad. Como era de esperarse, votaban mayoritariamente a partidos de izquierda. El trabajo de los militantes revolucionarios consistía en convencer a los trabajadores ya comprometidos con una vía lenta hacia el socialismo para que la reemplazaran por una vía urgente.

Es un punto de partida irrisoriamente fácil comparado con la situación en la que nos encontramos en la actualidad, cuando la clase obrera parece más fragmentada que nunca y menos atraída por la política igualitaria. En 1885, William Morris escribió que, aunque los trabajadores sabían que eran una clase, los socialistas tenían que convencerlos de que «debían ser sociedad», una fuerza capaz no solo de existir dentro de una economía, sino también de controlar el futuro de esa economía. Ahora, los socialistas debemos esforzarnos por defender también la parte de la clase.

La socialdemocracia en guerra contra sí misma


¿Cómo hemos llegado a este punto? Hace casi medio siglo, el historiador británico Eric Hobsbawm se preguntaba si «la marcha hacia adelante del trabajo y del movimiento obrero» se había detenido, y el teórico francés André Gorz declaraba que la clase obrera había muerto como agente social. Teniendo en cuenta la profundidad de la división de clases en la actualidad, esas declaraciones previas parecen tan clarividentes como prematuras.

Los cambios incipientes que Hobsbawm y Gorz detectaron tenían raíces tanto económicas como sociológicas. Los logros de la socialdemocracia de posguerra (y los de su contrapartida estadounidense, el New Deal) se basaron en una expansión económica que favoreció tanto a los trabajadores como al capital. Cuando el crecimiento se ralentizó en la década de 1970, las demandas de los trabajadores que los capitalistas habían soportado anteriormente con el objetivo de mantener la paz les parecieron económicamente insostenibles. En este nuevo entorno, los sindicatos y los partidos políticos en retirada tenían menos que ofrecer a los trabajadores por su participación.

Al mismo tiempo, los propios trabajadores estaban cambiando rápidamente. La automatización y la competencia mundial provocaron un desplazamiento del empleo fordista en los sectores industriales al trabajo en las industrias productoras de servicios. Mientras tanto, la inmigración masiva diversificó aún más la clase trabajadora desde el punto de vista étnico.

La clase trabajadora nunca había sido una entidad estática, sino más bien un grupo de personas que dependían de los salarios de los empleos creados por un sistema capitalista en perpetuo estado de cambio y recomposición. Pero las décadas de 1970 y 1980 fueron un periodo de transformación especialmente rápida, y lo que realmente lo distinguió fue la sorprendente respuesta de los partidos apoyados por los trabajadores.

Las formaciones socialdemócratas se enfrentaron a las crisis económicas capitalistas de aquellos días buscando una solución en su propia base. Su rumbo definitivo estaba condicionado por la realidad básica y universalmente comprendida de que el crecimiento económico bajo el capitalismo se basaba en la creencia de los capitalistas de que podían invertir de forma rentable. La clase obrera solo existía gracias a las empresas privadas, y los trabajadores estaban atrapados tanto en un inexorable conflicto de clase con sus empleadores como en un estado de dependencia respecto de ellos. Del mismo modo, los Estados redistributivos que habían votado dependían de los impuestos para mantenerse. ¿Qué se podía hacer cuando los capitalistas exigían cambios estructurales antes de reanudar la inversión?

Al principio, la crisis de estanflación tomó por sorpresa a la centroizquierda. Pensando que habían abolido el ciclo económico mediante la intervención estatal, los viejos partidos de la Segunda Internacional marxista olvidaron un principio marxista básico: que las contradicciones del capitalismo y su tendencia a la crisis no podían resolverse dentro del sistema. Cuando las dificultades económicas demostraron ser algo más que un efecto transitorio de la crisis del petróleo de 1973, los socialdemócratas quedaron desamparados. Sin la voluntad de buscar alternativas en la izquierda —como permitir que los trabajadores obtuvieran más poder sobre la inversión a través de fondos laborales—, aceptaron una resolución neoliberal.

Los neoliberales habían argumentado que el capitalismo keynesiano funcionaba hasta cierto punto, pero tenía límites fijos. El estímulo monetario más allá de esos límites produciría inflación sin crecimiento, como a mediados de los años setenta. Desatar de nuevo el crecimiento no significaba gastar más dinero para estimular la demanda, sino reducir el Estado de bienestar regulador y restringir el poder de negociación de los sindicatos, que entonces buscaban aumentos salariales inflacionistas para compensar la inflación existente. En resumen, para reactivar la economía, la clase trabajadora tendría que aceptar menos. Después de intentar salir de la crisis mediante préstamos —sin éxito—, la socialdemocracia acabó aceptando sin reservas la acusación de que la propia socialdemocracia era la causa de la crisis económica.

En Europa Occidental, este giro de 180 grados adoptó sus formas más dramáticas en Francia. El gobierno socialista de François Mitterrand de los años ochenta había llegado al poder con el respaldo comunista y planes radicales. «Se puede ser gestor de una sociedad capitalista o fundador de una sociedad socialista», dijo Mitterrand en una rueda de prensa en 1971. «En lo que a nosotros respecta, queremos ser lo segundo». Sin embargo, cuando el primer gobierno de izquierda que había tenido Francia en décadas entró en funciones en 1981, el país ya se enfrentaba al desempleo, al estancamiento económico y a vientos en contra en el plano internacional.

Se intentó una solución sobre bases keynesianas: Las «110 propuestas para Francia» de Mitterrand incluían un programa masivo de obras públicas, mayores derechos sindicales y medidas de coparticipación, aumento de los salarios mínimos y las pensiones y una reducción de las horas semanales de trabajo. En 1982, el gobierno puso algunos grupos industriales clave y casi cuarenta bancos bajo control estatal para ayudar a mantener el empleo y acelerar la reestructuración económica.

El resultado fue una fuga masiva de capitales y el agravamiento de las dificultades económicas. En vano, Mitterrand alegó ante la clase empresarial que él no era un «marxista-leninista revolucionario» y que su camino era el único para «poner fin a la lucha de clases». Al final, ganarse el apoyo de los empresarios no demandó solo un freno a su programa, sino un retroceso dramático hacia una política de austeridad. Para socialdemócratas como el alemán Gerhard Schröder y el Nuevo Laborismo de Tony Blair, la lección fue contundente: cuando llegó su momento, a lo sumo procuraron combinar medidas redistributivas ex post con la nueva ortodoxia económica.

En Estados Unidos, donde el compromiso de los demócratas con los trabajadores siempre fue sospechoso, la transformación no tuvo menores consecuencias. Jimmy Carter llegó a la Casa Blanca en 1977 con un programa respaldado por los trabajadores y centrado en el gasto en infraestructura, objetivos de pleno empleo y ampliaciones del Estado del bienestar. Pero al cabo de un año, alarmado por el aumento de los precios al consumidor, se lo pensó mejor y propuso un presupuesto «ajustado y austero» para controlar el gasto.

La inflación siguió aumentando hasta alcanzar los dos dígitos en 1979, por lo que pronto se adoptaron medidas aún más drásticas. Bajo el mandato de Paul Volcker, la Reserva Federal contrajo la oferta monetaria general permitiendo que los tipos de interés se dispararan. El desempleo alcanzó niveles no vistos desde la Gran Depresión. Carter combinó el tratamiento de shock de Volcker con reducciones de la infraestructura reguladora de la era del New Deal, especialmente en el sector financiero. Mientras el presidente hablaba por televisión de la salud moral de Estados Unidos, la salud económica de los trabajadores que lo habían elegido estaba fallando. Una ola de desindustrialización afectó a la base manufacturera estadounidense, disparó el déficit comercial y alimentó la decadencia urbana. Cuando a mediados de los ochenta se produjo una vacilante recuperación, Ronald Reagan ya estaba en el poder para atribuirse el mérito.

Al igual que la socialdemocracia en Europa, el Partido Demócrata en Estados Unidos responsabilizó a sus propios partidarios por la demora en la recuperación del crecimiento. Pero lo que vino después fue igualmente perjudicial. A pesar del dolor causado a finales de los años 70 y 80, Bill Clinton contó con gran parte de la antigua coalición del New Deal para ganar la presidencia en 1992. Una vez en el poder, sin embargo, buscó construir un nuevo consenso bipartidista sobre el libre comercio y el objetivo de «acabar con el bienestar tal y como lo conocemos». Clinton hizo poco por evitar la pérdida de puestos de trabajo en la industria y adoptó a los profesionales de los suburbios y a los «trabajadores del conocimiento» como sustitutos de los votantes perdidos de su partido. Encontró nuevas fuentes de apoyo en las empresas tecnológicas —los «Demócratas Atari»— y en las finanzas.

Los demócratas, así, pasaron de ser el partido de la justicia y la estabilidad al partido de la meritocracia y el dinamismo. Esta transformación quedó clara en el infame comentario del senador Chuck Schumer en vísperas de las elecciones de 2016: «Por cada demócrata de cuello azul que perdamos en el oeste de Pensilvania, recogeremos a dos republicanos moderados en los suburbios de Filadelfia, y puedes trasladar esto a Ohio, Illinois y Wisconsin». Sin una visión económica como la propuesta por el New Deal, que hacía de una clase trabajadora unificada su núcleo, los demócratas se vieron obligados a hablar de progreso únicamente en el lenguaje de la representación y los derechos civiles. Tales apelaciones tenían pocas cosas tangibles que ofrecer a la gente, especialmente a los hombres blancos que acudieron en masa a Trump en 2016.

Sustituciones


La socialdemocracia, y en mayor o menor medida sus imitadores de centroizquierda, surgió en primer lugar para representar los intereses de los trabajadores frente al capital pero acabó respondiendo a las contradicciones del capitalismo inclinándose por defender los intereses del capital frente a los de los trabajadores. Dada la dependencia asimétrica del trabajo respecto al capital, esta respuesta era racional en un sentido económico. Pero una de sus consecuencias políticas fue la huida masiva de trabajadores de los partidos de izquierda.

Según Political Cleavages and Social Inequalities, editado por los economistas Amory Gethin, Clara Martínez-Toledano y Thomas Piketty, entre 1950 y 1959 la izquierda de las democracias occidentales obtuvo en promedio un 31% más de votos entre la clase trabajadora que entre otras clases. En 2020, ese margen era solo del 8%. Es importante destacar que los ricos han mantenido su tradicional lealtad a los partidos de derecha, pero las clases profesionales han cambiado en respuesta al giro social-liberal de los partidos socialdemócratas. En resumen, los otrora «partidos de los trabajadores» se están convirtiendo en «partidos de los educados».

Algunas figuras de la centroizquierda y la izquierda actuales glorifican los cambios en curso. Las declaraciones de Schumer fueron quizá el ejemplo más extremo de esta tendencia, pero la idea está presente incluso en la extrema izquierda contemporánea. La propia clase trabajadora está cambiando, señalan acertadamente activistas y políticos de izquierda. A medida que el número de puestos de trabajo que exigen mayores credenciales aumenta, la clase obrera se ha vuelto más culta. También se ha diversificado. En lugar de vincular la política de centroizquierda a un tema universal, afirman, deberíamos ver a los trabajadores como un importante grupo de interés a semejanza de otros como la «gente de color», los ecologistas, los pobres, etc. Esta amplia coalición puede tener un aspecto diferente al movimiento obrero que construyó la socialdemocracia clásica, pero demostrará ser igual de capaz de lograr la redistribución.

Aunque esta corriente tiene razón al evitar valorizar un momento particular de la vida de la clase obrera, ignora tanto la medida en que la estabilidad fordista fue el resultado de victorias políticas duramente ganadas, como el hecho de que el ascenso del «precariado» está en sí mismo relacionado con las derrotas sufridas por los socialdemócratas y los sindicatos. En lugar de intentar reconstruir las bases sociales de la izquierda, estos dirigentes se esfuerzan por encontrar una nueva, pero esta vez a través de actores que no están tan estratégicamente posicionados como los trabajadores en los puntos de producción e intercambio.

Sin embargo, una coalición basada principalmente en la ideología es siempre más débil que una basada tanto en la ideología como en intereses materiales compartidos. Este hecho creará nuevos dilemas para los partidos de centroizquierda cuando lleguen al poder. ¿Cómo será posible, por ejemplo, ampliar los Estados de bienestar sin los ingresos fiscales adicionales provenientes de los profesionales que ahora votan contra la derecha por razones sociales y culturales?

Respuestas equivocadas


Este enfoque reciente de la política de la centroizquierda es un reflejo del que en su día adoptó el Nuevo Laborismo en Gran Bretaña. Tras la derrota de los laboristas en las elecciones generales de 1992, la Sociedad Fabiana publicó Southern Discomfort, un panfleto en el que pedía a los laboristas que se reorientaran hacia los profesionales del sur de Inglaterra. Sus conclusiones, que incluían un énfasis en la «oportunidad», el «individualismo» y la restricción fiscal, fueron adoptadas por Tony Blair en su exitosa campaña de 1997. El Nuevo Laborismo de Blair era, al menos en parte, un proyecto para convertir al laborismo, de un partido socialdemócrata de la clase trabajadora, en «el ala política del pueblo británico»: joven, cosmopolita y dinámico. Los enemigos contemporáneos del blairismo parecían competir en un terreno muy parecido.

Pero existen otras dos respuestas a este realineamiento de clases que tampoco son satisfactorias. Una es negar directamente que se esté produciendo. Michael Podhorzer, antiguo director político de la Federación Estadounidense del Trabajo, por ejemplo, argumenta que los cambios en los patrones de voto son principalmente el resultado de tendencias regionales divergentes: los trabajadores se han desplazado hacia la derecha en estados que ya eran rojos. Sin embargo, como rebate Jared Abbott en una revisión exhaustiva de los datos en Estados Unidos, «los votantes de clase trabajadora son, en efecto, más propensos a votar a los demócratas en los estados azules que en los rojos o los morados, pero están tendiendo a alejarse de los demócratas en todos los contextos».

Otra respuesta de los socialdemócratas ha sido extirpar los valores liberales de la política de centroizquierda para apelar a lo que consideran valores «tradicionalmente conservadores» de la clase trabajadora. En este sentido, cuando los partidos de izquierda estaban más arraigados en las comunidades obreras, entendían instintivamente cómo apelar a sus electores. A medida que se burocratizaban y se distanciaban de esta base y que su bloque de votantes se vuelve más de clase media, buscaban apoyo yendo demasiado a la izquierda en cuestiones culturales y sociales.

El partido de Sahra Wagenknecht (BSW) en Alemania es un ejemplo destacado de este enfoque: ofrece gran parte del programa económico tradicional de la izquierda, pero intenta flanquear a la derecha en cuestiones como la inmigración, que ahora es un tema político de primer orden en Alemania.

Ese debate nacional ha coincidido con la pérdida de empleo en el sector manufacturero. Alemania había evitado durante mucho tiempo la destrucción de trabajo industrial experimentada por otros países capitalistas avanzados, pero el empleo en el sector automotriz cayó un 6,5% el año pasado, y el 60% de los proveedores de automóviles planean recortes adicionales en Alemania en los próximos cinco años. Lo mismo ocurre en otros sectores industriales. Conglomerados como ThyssenKrupp y BASF también se embarcaron en ajustes. La rápida desindustrialización y el paso a una economía de servicios peor remunerada han coincidido con el aumento de la población extranjera con derecho a prestaciones. De los 750 000 refugiados ucranianos en edad de trabajar que residen en Alemania, por ejemplo, solo una cuarta parte ha encontrado trabajo, ligeramente más que la proporción de quienes reciben ayudas por desempleo.

Este entorno ha permitido prosperar a la derechista AfD, especialmente en el este desindustrializado del país. El BSW ha evitado la peor retórica sobre inmigración, y la propia Wagenknecht declara regularmente su oposición al racismo. Pero en su intento de disputar los trabajadores a la derecha, ha dicho que «Alemania está desbordada», que «no tiene más espacio» para los solicitantes de asilo y ha lamentado la existencia de «sociedades paralelas» en barrios musulmanes no integrados. Este tipo de narrativas hacen que la inmigración sea un problema cultural cada vez más importante en la política alemana —más importante que las respuestas económicas de la izquierda a las preocupaciones de la clase trabajadora sobre la inmigración— y ese cambio beneficia en última instancia a la extrema derecha.

Al BSW le preocupa, y con razón, el (escaso) arraigo de los partidos de izquierda en la clase trabajadora durante los últimos años. Pero su enfoque centrado en las divisiones de origen nacional dentro de la clase trabajadora refleja en cierto modo la retórica de la izquierda neoliberal que, por ejemplo, opone los intereses de las mujeres y las minorías a los de los hombres blancos. Ambas descripciones se apartan del enfoque socialista tradicional de la división entre capital y trabajo.

La estrategia de la paciencia


¿Existe algún camino a seguir como respuesta al realineamiento de clases de la socialdemocracia? Otras partes de Europa ofrecen una alternativa más prometedora, más ortodoxa desde una perspectiva socialista y que también ha demostrado su eficacia electoral. El Partido de los Trabajadores de Bélgica (PTB-PVDA) fue en su día un partido sectario de la izquierda comunista, pero desde 2008 ha evolucionado hasta convertirse en una fuerza de masas que da forma a la política de su país. Aunque hace tiempo que abandonó su bagaje maoísta, su enfoque organizativo sigue pareciendo sacado de un manual de épocas pasadas. El partido se centra sobre todo en la construcción de bases en las comunidades obreras, ofrece servicios sociales profesionales (incluso atención sanitaria primaria en los locales del partido) y ha colocado a los trabajadores a la cabeza de sus listas electorales.

Este planteo ha tenido éxito, incluso más allá de las zonas en las que el Partido de los Trabajadores cuenta con más apoyo, como Valonia: en unas elecciones celebradas en octubre en Amberes, obtuvo el 20% de los votos, solo superado por la derechista Nueva Alianza Flamenca. Sin embargo, aunque la organización a largo plazo del PTB-PVDA ha reconstruido a la izquierda como fuerza de oposición y ha ayudado a fusionar la ideología socialista con una base social real, hasta ahora no ha conseguido el poder para gobernar.

Esto es preocupante porque no se puede garantizar una influencia política duradera sin el poder del Estado. Pero también merece la pena identificar las limitaciones de perseguir el gobierno a toda costa. Cuando las condiciones no son favorables a un programa de izquierda, la socialdemocracia puede servir mejor a sus intereses ejerciendo presión exterior sobre los gobiernos dirigidos por el capitalismo. De hecho, hace medio siglo, tal vez hubiera sido mejor para la izquierda volver a la oposición que provocar ajustes estructurales que perjudicaran a su base, aunque la variante derechista de la austeridad corriera el riesgo de ser aún más dislocadora. Hoy podría ser mejor perder unas elecciones con votantes comprometidos con tu programa que ganarlas gracias a votantes que solo quieren hacer retroceder una agenda social de derechas.

En última instancia, la izquierda no puede ganar suficiente poder para cambiar la sociedad sin poner en primer plano las preocupaciones básicas y arraigarse en los grupos que más se beneficiarían de la redistribución de los recursos. Eso significa un compromiso con la solidaridad en muchas formas, pero también significa reconocer que la victoria no es posible sin el apoyo de personas que pueden tener todo tipo de puntos de vista contradictorios, incluso reaccionarios. Sin esta conciencia básica, los nuevos socialdemócratas se parecerán a los viejos burócratas comunistas de aquel poema de Bertolt Brecht de 1953 («La solución») que, tras un levantamiento, proponen disolver al pueblo y elegir a otro. Una versión preliminar de este ensayo fue publicada The Ideas Letter.

Fuente: https://jacobinlat.com/2024/11/la-era-del-realineamiento-de-clases/?mc_cid=d2dde2c01b&mc_eid=a22595803c
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Es otra señal del hundimiento de la industria europea y, singularmente, de la alemana: el gigante alemán Thyssenkrupp eliminará alrededor de 5.000 puestos de trabajo y subcontratará cerca de 6.000 puestos en su rama siderúrgica. El holding se ha comprometido a financiar su filial siderúrgica en dificultades sólo durante los próximos veinticuatro meses. View article View summary #^La siderúrgica Thyssenkrupp despide a 11.000 trabajadores



Es otra señal del hundimiento de la industria europea y, singularmente, de la alemana: el gigante alemán Thyssenkrupp eliminará alrededor de 5.000 puestos de trabajo y subcontratará cerca de 6.000 puestos en su rama siderúrgica. El holding se ha comprometido a financiar su filial siderúrgica en dificultades sólo durante los próximos veinticuatro meses.

Thyssenkrupp eliminará o subcontratará 11.000 puestos en su filial siderúrgica de aquí a 2030, anunció ayer la empresa. El conglomerado industrial se enfrenta a dificultades crecientes relacionadas con la superproducción, el aumento del coste de la energía y la competencia del acero chino.

En la división que sufre pérdidas eliminarán alrededor de 5.000 puestos de trabajo y se subcontratarán 6.000, más del 11 por cien de su fuerza de trabajo. Thyssenkrupp añade que quiere reducir los costes salariales una media del 10 por cien en los próximos años, para adaptarlos a la competencia. “Queremos tener éxito en la reorganización del acero, si es posible sin despidos económicos”, dijo el director Miguel López.

En su nota de prensa de ayer, Thyssenkrupp asegura que estas medidas son “necesarias para mejorar la productividad y la eficacia operativa” de su filial siderúrgica Thyssenkrupp Steel, “y para alcanzar un nivel de costes competitivo”.

La empresa también presentó un plan para acabar con la superproducción. La capacidad de producción de acero se reducirá hasta una horquilla de entre 8,7 y 9 millones de toneladas, frente a los 11,5 millones actuales. Además, se cerrará la planta de Kreuztal-Eichen (oeste de Alemania), que emplea a 1.000 trabajadores.

Al mismo tiempo, el holding tiene intención de deshacerse de su filial Thyssenkrupp Steel. El proceso se aceleró en mayo con la adquisición del 20 por cien de las acciones por parte del empresario Daniel Kretinsky, a través de su holding EPCG, y actualmente negocia la recuperación de un 30 por cien adicional, con el objetivo de crear una sociedad mixta.

Durante este ejercicio contable, el volumen de negocios del sector siderúrgico cayó un 18 por cien, hasta 10.000 millones de euros, agravando la pérdida anual del grupo que se situó en 1.500 millones de euros.

El holding alemán del acero tiene casi 100.000 trabajadores, de los que 27.000 están en las fábricas siderúrgicas. El proyecto es una “catástrofe para los trabajadores y la industria de Renania del Norte-Westfalia”, cuna del grupo en el oeste de Alemania, dijo el sindicato IG Metall.

A primera hora del lunes, el holding se comprometió a financiar a la filial durante los próximos dos años. Thyssenkrupp quiere reestructurar su rama siderúrgica, una actividad histórica lastrada por el aumento del coste de la energía y la competencia china.

El fabricante de acero debe financiar su descarbonización, un proyecto que cuesta 3.000 millones de euros, aunque la factura final podría ser mayor. A Thyssenkrupp le gustaría fabricar “acero limpio” producido a partir de hidrógeno procedente de energías renovables, pero necesitaría inversiones masivas que no puede abordar, ni siquiera con subvenciones públicas.

Thyssenkrupp tiene previsto inaugurar su producción de “acero verde” en 2027 en su sede de Duisburg, gracias a más de 2.000 millones de euros en subvenciones públicas. Pero las previsiones económicas no son realistas. Las instalaciones pueden ser mucho más costosas y algunos consideran que nunca se van a poder llevar a cabo.
Con sus políticas anexionistas, el gobierno israelí quiere sepultar cualquier proyecto de paz e impedir el establecimiento de un Estado palestino en las fronteras de junio de 1967, denunciaron hoy varios expertos. View article View summary #^Alertan sobre planes expansionistas israelíes en Cisjordania



Anexar la ocupada Cisjordania es el sueño de muchos ministros y parlamentarios de ese país, afirmó el abogado Medhat Diba, citado por la agencia oficial de noticias Wafa.

Ejemplificó con recientes declaraciones del titular israelí de Finanzas, Bezalel Smotrich, conocido por sus posturas antiárabes y en favor de los colonos judíos.

Los partidos extremistas israelíes tratan de explotar la guerra en la Franja de Gaza para ampliar el control sobre la Ribera Occidental, incluida la zona de Jerusalén Este, aseguró.

Por su parte, el director general del Departamento de Acción Popular de la Autoridad de Resistencia al Muro y a los Asentamientos, Abdullah Abu Rahma, advirtió que el plan israelí de anexión de Cisjordania tendría graves repercusiones políticas, sociales y económicas.

Entre los costos económicos citó el robo de tierras agrícolas y el incremento de las barreras militares, lo cual aumentará la dificultad de circulación y acceso a los mercados.

Desde el punto de vista social, apuntó, muchas ciudades, pueblos, aldeas quedarán aisladas en sí.

El proyecto es transformar la región en cantones separados y aislados para socavar la solución de dos Estados y hacerla inaplicable sobre el terreno, subrayó.

En similar sentido se pronunció Suhail Khaliliyeh, especialista en asuntos de las colonias israelíes.

Desde su llegada al poder, el nuevo gobierno encabezado por Benjamin Netanyahu intentó aumentar el número de colonos y expandir los asentamientos, destacó.

Está claro que uno de los principales objetivos de Netanyahu es anexar Cisjordania, coincidió el escritor y analista político Faraj Shalhoub.

Más de 250 mil colonos israelíes viven en la ocupada zona de Jerusalén oriental y otros 500 mil en el resto de la Margen Occidental, pese a los reiterados reclamos de la comunidad internacional, que considera esos territorios como parte del futuro Estado palestino.

Esto es gravísimo.

Hoy el PSC ha enviado a un ejército de policías para desahuciar de una vivienda pública a una mujer con dos menores a cargo. El @SindicatHabSC ha intentado pararlo, la policía ha cargado y han enviado a una mujer de 70 años al hospital
t.co/yEfeFIG2wf

🔗 Radix (@NombreFalso1231)

t.me/RecRevCommie/55689

Por estas cosas el "decrecimiento" a secas es un arma de doble filo.
Desde un punto de vista ecologista tiene sentido, pero es un concepto útil para la oligarquía para implementar políticas autoritarias y represivas contra la clase trabajadora.
Por eso, el "decrecimiento" siempre debe ir ligado a un cambio del modo de producción. Una economía planificada que acabe con la sobreproducción. Una economía en manos de la clase trabajadora, es decir, socialista.
Dentro del capitalismo, el "decrecimiento" supone más miseria todavía.

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The release itself contains numerous bug fixes and minor improvements:

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Increase max length of user bio to 1000 charactes by @dessalines #5014
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Resize post thumbnails by @nutomic #5107/files
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Allow users to view their own removed/deleted communities by @dessalines in #4912
Add backend check to enforce hierarchy of admins and mods by @dessalines in #4860
Do pictrs transformations for proxied image urls by @dessalines in #4895
Enable more build optimizations by @nutomic in #5168
Calculate “controversial” ranking with exponent instead of multiply (just like Reddit) by @dullbananas in #4872
Automatically remove tracking parameters from URLs by @dessalines #5018
Relax timeout for sending activities by @Nothing4You in #4864

Bug Fixes

Fix admin notification for new user registration (fixes #4916) by @Nutomic in #4925
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Fix memory leak around emojis on server render by @makotech222 in #2674
Enable spellcheck for markdown text area by @SleeplessOne1917 in #2669
Pre release dep bump by @SleeplessOne1917 in #2661
Add ability to fill magnet link title on post creation. by @dessalines in #2654
Registration application view by @SleeplessOne1917 in #2651
Add torrent help by @dessalines in #2650
More moderation history by @dessalines in #2649
Fix tribute related bug by @SleeplessOne1917 in #2647
Remove min and max length from password input when using login form by @SleeplessOne1917 in #2643
Remove trending communities card from home. by @dessalines in #2639
Set data-bs-theme based on the presence of “dark” in theme name by @SleeplessOne1917 in #2638
Fixing modlog filtering to allow admins and mods to filter by mod. by @dessalines in #2629
Fix issue from logo bugfix by @SleeplessOne1917 in #2620
Make more post params cross-postable by @SleeplessOne1917 in #2621
Fix wonky comment action icon button alignment by @SleeplessOne1917 in #2622
Prevent broken logo from crashing site by @SleeplessOne1917 in #2619
Add rate limit info message. by @dessalines in #2563
Fix getQueryString by @matc-pub in #2558

New Contributors

@abdel-m made their first contribution in #4920
@johnspurlock made their first contribution in #4917
@FenrirUnbound made their first contribution in #4910
@kwaa made their first contribution in #4901
@Daniel15 made their first contribution in #4892

Full Changelog

Lemmy Backend
Lemmy-UI

Upgrade instructions

This upgrade could take as long as ~30 minutes for larger servers, due to needing to recalculate controversy ranks for all historical posts.

There are no breaking changes with this release.

Follow the upgrade instructions for ansible or docker.

If you need help with the upgrade, you can ask in our support forum or on the Matrix Chat.

Thanks to everyone

We’d like to thank our many contributors and users of Lemmy for coding, translating, testing, and helping find and fix bugs. We’re glad many people find it useful and enjoyable enough to contribute.

Special shout out to @SleeplessOne1917, @phiresky, @dullbananas, @mv-gh, @Nothing4u, @asonix, @sunaurus, @flamingo-cant-draw, and @Freakazoid182 for their many code contributions and helpful insights.

Support development

We (@dessalines and @nutomic) have been working full-time on Lemmy for over five years. This is largely thanks to support from NLnet foundation, as well as donations from individual users.

If you like using Lemmy, and want to make sure that we will always be available to work full time building it, consider donating to support its development. A recurring donation is the best way to ensure that open-source software like Lemmy can stay independent and alive, and helps us grow our little developer co-op to support more full-time developers.

Liberapay (preferred option)
Open Collective
Patreon
Cryptocurrency

Inaugural Post for Lemmy, a decentralized, easily self-hostable #reddit / link aggregator alternative, intended to work in the #fediverse:

github.com/LemmyNet/lemmy/

#activitypub

Dragonflies eyes are made up of about 30,000 ommatidia, with a single blind spot behind their head. They feed on mosquitoes and other small insects. This image belongs to Sympetrum striolatum

#sympetrumstriolatum #odonata #anisoptera #dragonfly #insects #insectes #insectos #entomology #inaturalist #macrophotography #macro #photography #nature #biodiversity #natura #naturaleza #olympus

Un llagost ploraner (Eyprepocnemis plorans), fàcilment distingible per la seva banda negra que li surt de la part inferior de l'ull, semblant a una llàgrima, d'aquí el seu nom.

#acrididae #insects #macro #macrophotography #photo #photography #entomology #biology #wildlife #biodiversity #natura #nature #naturaleza #orthoptera

El Ministerio de Defensa ruso informa de otros dos lanzamientos ucranianos
con misiles estadounidenses, dejando daños materiales y varios heridos en
la región de Kursk. Moscú promete represalias. Artikel ansehen Zusammenfassung ansehen #^Rusia confirma haber recibido nuevos ataques con misiles ATACMS

El Ministerio de Defensa de Rusia ha confirmado este martes que en los últimos tres días Ucrania ha llevado a cabo dos ataques con misiles ATACMS de fabricación estadounidense contra objetivos en la región de Kursk. Según el comunicado oficial, el primer ataque ocurrió el sábado, cerca de la localidad de Lotariovka, donde cinco misiles impactaron en una posición de misiles antiaéreos S-400, dañando un radar y causando heridas al personal militar. El segundo incidente tuvo lugar el lunes en el aeródromo Kursk-Vostoch, donde ocho misiles ATACMS fueron lanzados, de los cuales siete fueron interceptados. Sin embargo, uno logró causar daños menores en la infraestructura y dejó dos heridos leves.

Estos ataques se producen pese a las recientes amenazas del presidente ruso Vladímir Putin, quien advirtió a Kiev contra nuevas ofensivas en territorio ruso tras el lanzamiento del misil hipersónico Oréshnik contra una fábrica de armamento en Ucrania. Rusia asegura que “se preparan acciones de respuesta” mientras se intensifica el uso de armamento de largo alcance por ambas partes en el conflicto.

Sorry in advance for the #uspol #doom.

Q: How did this happen?

A: First, Reagan busted the unions and lowered taxes and stopped busting up monopolies.

Then Clinton got wooed by his rich pals, and did NAFTA, which further gutted the unions, and made the working class mad. His “third way” was actually the first way (*plutocracy*). He changed our left wing into a center wing, so we lost our balance and spiraled down. Centrism is conservatism, just slower, and wearing clown makeup.

Then Bush made endless war popular again. Our storytellers told us that real men are cruel. Even Superman got mean! Everyone on TV is mean. All our heroes are now ex-military family-man antiheroes with PTSD and a job to do who grimly double-tap anyone in their way.

Then Obama bailed out the banks, and surrendered to the insurance companies, and didn’t fix anything. We still have systemic racism and minority rule (electoral college, filibuster) and regulatory capture and accelerating income inequality and **global fucking warming**; all he did was stall.

Then VC-funded libertopian tech bros sold us all screens that let us all be mean to each other freely, directly, without shame, without consequences, mocking our neighbors for likes. Righteous indignation is fun! Social media is antisocial. We all broke the social contract together, for lulz.

Then Qanon and Trump and Tate and Peterson (and lefty woo peddlers too) all told us science is bad and compassion is weak and *greed is good* and selfishness (and self-care (cool tricks to tolerate oppression!)) is a virtue and it’s all the other guys’ fault and poof, here we are, back in tribe-vs-tribe propaganda wars, dehumanizing and othering and mocking and bullying, like primates do.

And that’s the end of the Age of Enlightenment!

Anyway, go vote if you can, while you can, maybe we can stall the inevitable for another few years with another centrist Democrat. But there’s gonna be mobs, and pogroms, and fiefdoms, more and more now, no matter who loses.

TLDR: it’s the plutocracy, stupid (mocking Clinton’s famous motto, for lulz, while greed burns the world )

So, you know how Facebook is a corporation with a lot of spread-out servers that talk to a centralized database and algorithm that controls and manages all your posts, opaquely, for profit.

And so is Xwitter. And so is LinkedIn. And so is TikTok.

And so is BlueSky. 😲

BlueSky's big claim is that they're "decentralized" with "no algorithm". And yeah, technically, ironically, everything's an algorithm, but I'm not well-actuallying that word. Their current default feed algorithm is not The Algorithm; it lets you see all the posts from all your friends and that's great. It also lets you block at will, and won't shove spam on your feed, or shadow-ban your friends' political posts. It's not evil (yet). It's fine.

But. It's not decentralized. #BlueSky is a centralized corporate app, running a theoretically-decentralized network protocol that currently has only one (1) active node on the network: BlueSky. The other minor members of the ATP network are just piggybacking on BlueSky's 13 million captive users for auth and reach.

It (allegedly?) uses #ATProtocol to pass messages between its edge nodes. But all its central features are still centralized, and the protocol allows "reach" to be centrally managed separately from "speech" (to enable centralized blocking, and goosing and filtering in various feeds), and the protocol isn't even fully implemented as designed.

For example, ATP allows for "DID"s for identity portability, so if you later want to switch to a hypothetical GreenSky competitor, you won't lose your followers and blocklist and post history.

But the actual BlueSky app does not implement DIDs. It's called "did-placeholder" on their github. It's a stub. It's TBD. It's not a feature, it's a feature request.

And guess who just bought a seat on BlueSky's board with a $15M Series A round? That's right, a crypto vulture named Blockchain Capital.

Their general partner Kinjal Shah -- whose cryptocurrency-fueled career has careened from Bitcoin to NFTs to DAOs to VC -- is now on the BlueSky board, and methinks the press release doth protest too much when it defensively claims, with just a pinky promise, "the Bluesky app and the AT Protocol do not use blockchains or cryptocurrency, and we will not hyperfinancialize the social experience (through tokens, crypto trading, NFTs, etc.)."

Go ahead and enjoy BlueSky. It's better than Facebook. It's easier than Mastodon. It's sassier than TikTok. It's not motherfucking Xitter. But it's not decentralized.

links:

jwz.org/blog/2024/10/bluesky-n

bsky.social/about/blog/10-24-2

github.com/did-method-plc/did-

La IA multiplicará por 1000 la basura electrónica entre 2020 y 2030 en el escenario con mayor crecimiento, generando por sí sola más residuos electrónicos que India
eldiario.es/sociedad/tecnologi

Ante la escalda bélica entre Rusia y Ucrania con el empuje de EEUU, la UE suma más leña al fuego, acercándonos un paso más a una guerra mundial abierta

En tiempos de intensa crisis ecosocial, necesitamos una forma de actuar diametralmente distinta al matonismo

exteriores.gob.es/es/Comunicac

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