Lo de Errejón (otra vez)
Es muy fácil llenarse la boca con que "si ves un violador, le inflas a hostias", y no necesitamos situamos hipotéticas fantásticas.
A la hora de la verdad, es más difícil. Y lo entiendo, ojo. A la hora de la verdad, nadie quiere afear una conducta a un compañero o amigo, porque te enfrentas a la exclusión del grupo. Y, en el terreno profesional, te expones a perder el pan. Y nadie quiere quedarse solo o sin pan.
Lo de Errejón (otra vez)
Es muy fácil fantasear con la idea de hundir a hostias a un violador, desconocido y que no te suponga ningún sacrificio social/laboral. El combate, como otra discusión en tu cabeza, te lo imaginas desigual a tu favor. Tú eres el que lo revientas.
En la vida real, ya hay más riesgos. Si le digo algo, se van a reír el resto de mí. Si le digo algo, van a echarme del curro. Y tú quieres que me crea que si ves a un violador le crujes.
Lo de Errejón (otra vez)
Y ojo, quien más, quien menos, hemos estado en esto. Porque no queremos estar excluides, no queremos perder el pan ni oportunidades laborales. Vivimos y sobrevivimos en una sociedad individualista.
Si cuando a un amigo querido le traiciona otro, la postura más habitual es "yo le sigo hablando porque a mí no me ha hecho nada". Como para plantar cara a ese colega que te pasa nudes de su ex o le mete mano a chavalas en el bar.
Lo de Errejón (otra vez)
Es verdad que es un jardín, pero a veces no está de más, sin necesidad de llevarle al hospital, soltarle un "¿Tú eres tonto o qué te pasa?". Y ya se lo explicas con más calma y le muestras tu decepción.
Lo de Errejón (otra vez)
Malo es cuando es un tío el que lo deja correr, peor es cuando es una tía.
Hace bastantes años, vi a gente pasarse por Whatsapp vídeos de la violación en grupo de una adolescente. La mayor parte eran mujeres.
Les afeé su conducta y les dije que ni de coña me pasaran aquello.
Ninguna entendió el motivo.