Estamos viendo Luz de Luna, y madre mía, no es que haya envejecido mal, por que ya debía de ser rancia en los 80.

Por un lado tenemos a Madelyn Hayes, una señora fuerte, independiente, exitosa, sofisticada; y por el otro a David Addison, un turbocuñado charlatán, machista, beato, pero graciosete e ingenioso (el nivel de gracia depende de la tolerancia a la ranciedad del personaje).

La premisa de la serie es la tensión entre las personalidades de sus dos protagonistas; la idea era presentar al pobre Addison sufriendo a Hayes, por que, mujeres, ya se sabe (había una gracieta en Murphy Brown, en la que le preguntaban a Brown si era la rubia que daba la brasa al chico en Luz de Luna; seguramente habrá más en este sentido).

Pero visto ahora, Maddie es un personaje adelantado a su tiempo, obligada por las circunstancias (los 80), a lidiar con un troglodita insoportable.

Dicho esto la dinámica general de la serie está bien (hasta que te asalta uno de sus habituales paroxismos de ranciedad), ellos dos están muy bien, tiene ese no sé qué especial de las series y películas de los 80, manejan bien lo de romper la cuarta pared (aunque abusan de ello).

Quicir, se puede disfrutar críticamente.

Follow

@arredro

Es una serie que surge a rebufo de Remington Steele, con una dinámica muy similar entre los protagonistas.

En los 80 había bastante confusión sobre roles de género entre la gente y eran comúnmente aceptadas cosas que hoy por hoy parecen absurdas ("ayudar en casa").

Y los guionistas eran uno más. Así nos llegaron un montón de historias de heroínas fuertes e independientes que se desmayaban en brazos del héroe, o se pegaban a él cuando había peligro. Aquello no cuadraba, pero es que no sabían cómo cuadrarlo. En Alien lo arreglaban dejando a la prota sola. En Terminator (clara alegoría del machismo tóxico), la prota evolucionaba desde la víctima indefensa a la supersoldado del final.

Acabo de volver a verme el piloto (casi 40 años después) y es curioso cómo la historia siempre se cuenta desde el punto de vista de ella, con lo que cerrar una empresa sin ni siquiera revisar las cuentas o estudiar su viabilidad se considera justificado, y él es odioso (¡motivos tiene!), retratándolo como un acosador. Y de pronto, al cambiar la opinión de ella, de pronto se humaniza y resulta más tolerable. Con lo que la evolución de ambos es incomprensible, pero, claro, tenemos una narradora que no es nada neutral.

Leyendo entre líneas, ella es una exmodelo (hace años que no trabaja) que vive de las rentas y ni mira que hace con su dinero, cuya vida personal es caótica (su primera aparición es acostada con un tío del que no se vuelve a hablar), que cuando se ve sin dinero (pero sí un lujoso casoplón) lo primero que hace es intentar mandar al paro a una burrada de gente.

O sin intentar, que el contable habla de, no sé, una docena de empresas, y sólo nos cuentan qué pasa con una.

Vamos, que es una pija aburrida que de pronto descubre su adición a la adrenalina, y sólo eso evita que se vayan al paro un montón de gente.

Ahora cuenta eso desde el punto de vista de él, a ver qué te queda.

Me pega que lo de los dos Porsches y lo de no dar un palo al agua nadie en la oficina igual se caía. Es el típico retrato del proletariado que hacen los pijos. Muy, muy sospechoso.

Sign in to participate in the conversation
Qoto Mastodon

QOTO: Question Others to Teach Ourselves
An inclusive, Academic Freedom, instance
All cultures welcome.
Hate speech and harassment strictly forbidden.