Cuando nada parece encajar y ciertas voces anidan en tu cabeza con el único propósito de desestabilizar, yo siempre miro al mar.
El mar me calma, me acuna. Su fuerza me hace sentir pequeño. Su canto me relaja. Y todo, por un fugaz momento, parece tener sentido.
(Foto: acantilados del Cabo Busto)