Lo que iba a ser la "era de la información" se ha acabado convirtiendo, por obra y gracia de las redes sociales y la prensa de todo a cien en la "era de la desinformación". Combinado esto con una falta total de formación en el análisis crítico dentro de los centros educativos, tenemos el cóctel perfecto para una sociedad cuyos ciudadanos no saben dónde van porque ni siquiera saben dónde están.
Ahora, imaginad cómo debía ser la Edad Media, cuando casi nadie sabía leer ni escribir, y todo se sabía por el comadreo, la superstición y lo que dijera el cura (tan ignorante como los demás, pero en latín).
Antes te hacía falta una cuadrolla de cincuenta braceros durante varios días para recogerlo. Ahora llega un tío con un tractor y se lleva ese campo enterno en media mañana.
Es francamente agotador tener que estar desmontando constantemente el inconsistente, a la vez que insufriblemente persistente, discurso de la ultraderecha.
Es, como digo, agotador, pero a la vez, fútil, porque su mensaje llega, y ellos lo saben muy bien, a las personas que les interesa: gente sin pensamiento crítico alguno, dispuestos a comprar el discurso simple que les resguarde de una realidad tan compleja que son incapaces de comprender.
La gran ventaja de un cambio así es que sólo hay que sacar la tarjeta SD de la Pi 3 y calzársela a la Pi 4, con lo que me ahorro repetir todo el trabajo hecho hasta ahora.
También os digo que, viendo la falta de velocidad de la Raspberry Pi 3, posiblemente me pille una Pi 4 de 8GB de RAM, a ver si tiene más reprís.
«Yo preferiría, con mucho, ser feliz a tener razón».
Douglas Adams
Se sobreentiende en todos mis escritos el animus iocandi, por lo que pueda pasar.
Sevilla tiene un calor especial...
Cuenta de respaldo.
Cuenta principal cuando hay furbo en España.