El sol se duerme pronto en el otoño,
sus rayos menguan, su brillo decrece,
dorados atardeceres son su retoño,
antes de rendirse a la noche en calma y mece.
La penumbra abraza la tierra suavemente,
susurra al día su adiós con ternura,
el cielo se tiñe de colores lentamente,
la oscuridad se asoma, paciente, sin premura.
Las sombras alargadas se extienden sin prisa,
cubriendo de a poco cada rincón,
el sol, en su lecho, se despide con risa,
regalando un último destello al rincón.
Y en el reposo del ocaso entero,
el sol se adormece en el horizonte,
preparándose para un nuevo sendero,
en el ciclo eterno que la vida monte.
otoño danzan hojas al viento,
pintando el suelo con tonos ardientes,
susurran secretos, un rumor lento,
en este escenario de colores vivientes.
La brisa acaricia el árbol cansado,
sus ramas desnudas abrazan el frío,
un suspiro anuncia lo ya olvidado,
el otoño llega, dejando su rastro sombrío.
El sol se retira, más tímido y breve,
pintando atardeceres en tonos melancólicos,
cambiando paisajes, transformando leve,
la naturaleza se viste de colores místicos.
En cada crujido y en cada suspiro,
se escucha la historia de un ciclo en marcha,
el otoño es un poema que admiro,
una danza efímera que el viento desembarca.
Y mientras las hojas bailan su partida,
preparando el escenario para el invierno,
el otoño susurra en cada despedida,
su belleza efímera, su encanto eterno.
En la noche oscura, bajo el manto estrellado,
se esconde un universo de misterio y recuerdos guardados.
La luna en su esplendor, la guía en la oscuridad,
pinta de plata el lienzo de esta serena realidad.
Las sombras danzan en silencio, ocultan secretos mil,
en la noche oscura, donde el tiempo parece detenerse sutil.
El susurro del viento entre árboles en reposo,
susurra historias antiguas, en cada rincón misterioso.
En la noche oscura, los sueños toman vuelo,
se despiertan en el alma, un remanso, un anhelo.
Las estrellas titilan, destellos de eternidad,
susurran promesas de luz en la oscuridad.
Entre las sombras yacen, pesadas, las cadenas,
prisioneras del alma, ahogando las penas.
El eco del lamento, un grito sin voz,
romper esas ataduras, ¡es nuestro propósito ferroz!
Con valor en los ojos, y el corazón en mano,
buscamos la libertad, en cada paso, en cada plano.
No son solo grilletes que atan las manos,
son dudas y temores, son sueños en vanos.
El clamor de la libertad resuena sin cesar,
rompiendo cadenas, dejando atrás el pesar.
Entre la oscuridad, florece la luz,
romper las cadenas, ¡es la causa de nuestra cruz!
Con el rugir del viento, y el latir del corazón,
la libertad llama, es tiempo de la ascensión.
Romper las cadenas, es un acto de valor,
es hallar la fortaleza, es el renacer del amor.
Así, entre cadenas y el anhelo de volar,
se teje la historia, se empieza a caminar.
Romper las cadenas, es liberar el ser,
es encontrar la paz, es aprender a renacer.
Se ha conseguido evacuar de Shifa a otro hospital a 31 bebés muy enfermos.
Están recibiendo ayuda en cuidados intensivos neonatales.
Profundamente conmovidos por la extraordinaria valentía de los sanitarios en #Gaza, continúan trabajando en las circunstancias más espantosas.
Rompiendo las cadenas de la opresión,
alzando la voz en busca de redención.
Entre sombras y miedos, surge un clamor,
la libertad anhelada busca su resplandor.
Las cadenas que aprisionan el alma y el ser,
son lazos invisibles que impiden el crecer.
Pero en el corazón humano hay fuerza y valor,
romper esas cadenas, ¡ese es nuestro clamor!
Con cada paso firme, con cada nuevo día,
la esperanza germina, la valentía guía.
Rompiendo esas ataduras que nos quieren callar,
buscamos la libertad, queremos volar.
No son solo grilletes de hierro o de acero,
son prejuicios y limitaciones que queremos desterrar.
Romper esas cadenas, es un acto de verdad,
es hallar nuestra esencia, es la dignidad en libertad.
Que resuene el eco de aquellos que lucharon,
quebrando esas cadenas, que nunca se rindieron.
Porque romper las cadenas es liberar el ser,
es vivir con autenticidad, es aprender a renacer.
Así, entre luchas y sueños, la historia se escribe,
rompiendo las cadenas para que nadie inhibe.
Porque en cada eslabón que logramos romper,
se forja un nuevo mundo donde todos puedan ser.
tengo el día muy utópico
En el vaivén de la historia, se alza un clamor,
el anhelo de justicia busca abolir el error.
Las cadenas del pasado, quieren desaparecer,
el grito de la libertad, ansía el poder de vencer.
Abolir lo injusto, erradicar la opresión,
borrar del horizonte toda sombra y aflicción.
Que la equidad sea el faro, la guía en este andar,
abolir lo que nos oprime, con valor y sin cesar.
En cada verso se alza la voz, en cada corazón,
la llama de la esperanza, la llama de la razón.
Abolir la injusticia, con la fuerza del amor,
construir un nuevo camino, donde reine el honor.
Que la historia nos recuerde por el bien que hicimos hoy,
abolir lo que nos dañe, por un mundo en plenitud y esplendor.
La lucha persiste firme, la voluntad no cederá,
abolir lo que no sirva, por un mañana de igualdad.
Habernos conocido
un otoño en un tren que iba vacío;
La radiante, aunque cruel
promesa del deseo.
La cicatriz de la melancolía
y el viejo afecto con el que entendemos
los motivos del lobo.
La luna que acompaña al tren nocturno
Barcelona-París.
Un cuchillo de luz para los crímenes
que por amor debemos cometer.
Nuestra maldita e inocente suerte.
La voz del mar, que siempre te dirá
dónde estoy, porque es nuestro confidente.
Los poemas, que son cartas anónimas
escritas desde donde no imaginas
a la misma muchacha que un otoño
conocí en aquel tren que iba vacío.
ABOLIRSE
Se podría afirmar: yo soy mi cuerpo.
Sin embargo, si perdiera la pierna derecha en una batalla o huyendo de la batalla o más bien en un estúpido accidente doméstico, seguiría siendo yo.
También seguiría siéndolo si perdiera las dos piernas, o incluso todos mis miembros.
¿Cuánto cuerpo tendría que perder para dejar de ser yo?
Quizás una mínima parte de mí representaría al resto por sinécdoque. O quizás mis restos me convertirían en otra.
Cortarte las uñas te modifica existencialmente.
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